miércoles, 30 de marzo de 2011

3ª ETAPA: ANDORRA – MÁLAGA

Sí, en Málaga hay mucho flamenco.


Hay momentos, muy pocos, en los que el tiempo va más lento que tú. Tú vas por delante, dejándole detrás, sin ser consciente de ello, claro, pero le llevas ventaja, una ventaja incalculable, quizá un par de horas, quizá seis, quizá medio día. Cuando de repente, luego, el tiempo te alcanza de nuevo, te desubicas por completo. Ha vuelto el tiempo a ti, estás de nuevo en hora, pero esa sincronización te deja lelo un par de horas, idiotizado: “¿Qué carajo hago yo aquí?” Eso me pasó el domingo en el Aeropuerto de Málaga. Volví al tiempo, a este tiempo, después de haber pasado todo el sábado delante del reloj, siempre unas horas por delante del presente.

Ladies and gentlemen... Ray Charles!


El sábado a las seis de la mañana Luis nos recoge a mi y a David en un taxi. El taxista está loco, porque loco debe estar el tipo que te va a adelantar en el tiempo. Es el hombre que te cruza la línea. El conductor de ese extraño viaje al futuro. Si son las seis de la mañana él debe, con el taxi, que no Delorean, adelantarte a esa franja horaria en la que vas a pasar algo más de veinticuatro horas. Y a fe que lo intenta. El tipo se pone entre Colón y Serrano a 120Km/h. David y yo nos miramos. Estamos yendo al aeropuerto con un loco. En el aeropuerto sospecho, ya estamos adelantados en el tiempo y tenemos los primeros líos en está nueva dimensión. Las guitarras, bajo y algún que otro elemento, se tienen que quedar en Madrid. Isi, que va días por delante de nosotros, resuelve la papeleta. Nos montamos en el avión. Evidentemente con tanto viaje temporal y alguna Kate en el avión, todo el mundo evoca Lost. 


Parada técnica en Barna.


Haciendo tiempo hasta que abran...
...el alquiler de instrumentos.


Llegamos a Barcelona. Cerveza en Barcelona. Subimos a Andorra. Cerveza y Beatles de camino. La carretera es brutal, ahí se ven los Pirineos y va sonando la colección completa de los Beatles. Y hay montañas, unas montañas que anuncian que estamos yendo a otro sitio y los beatles, que bien podría ser la música de fondo siempre en una nave, marcan la constancia. Me quedo esperando y nunca suena I am the Walrus: La canción más atemporal de la historia.



Andorra es un misterio. A mi Andorra me recuerda al ciclismo. Esas calles que no parecen calles sino algo que te lleva a algún sitio que al final no encuentras, me recuerda a un pelotón que persigue a un tipo que se ha escapado media hora antes. Atravesamos Andorra. Subimos Andorra. Seguimos subiendo. A todo el mundo le parece peculiar Andorra, una cosa tan pequeña que es un país pero que no es un país. A mi, más que eso, pasando por primera vez Andorra lo que me parece más curioso es que está, siempre, en cuesta. Andorra: La imposibilidad de una recta. Lo que explica algunas cosas temporales que están sucediendo. El tiempo, como bien se sabe, es una recta. Andorra, de algún modo, está fuera del tiempo, como nosotros todo ese sábado.


En Andorra comemos, dormimos un poco, y vamos a la Carpa de San Miguel Snow Beer a tocar. Cuando estás en un grupo suceden muchas cosas. Muchas. La mayoría basadas en la emoción o en la ilusión. Cuando estás ejecutando el repertorio vas cabalgando hacia no se sabe muy bien donde rodeado de esos tipos que son parte de un todo y ese todo es lo que suena al otro lado y que es lo que escucha la gente que está mirando siempre, con gesto distinto. A mi el concierto del sábado me pareció, en todo momento, memorable. Nunca había sentido semejante electricidad tocando de cara a la gente. Había sentido eso, muchas veces, en el local, pero jamás en un escenario, que es, siempre, un lugar fuera del tiempo. El sábado se me salía el corazón por la boca. Entre otras cosas me reconcilié con La ola, que es una canción que siempre me ha generado dudas y volví a sentir que la intro de “En este lado” es lo más honesto y bestial que hemos hecho en un escenario. Miré a David y sentí que aquello iba disparado. Pero un grupo son un conjunto de percepciones y nada más terminar bajé y me crucé con todos. En ese viaje había ido solo. Los chicos no habían disfrutado del mismo modo el concierto, incluso había una cierta desilusión. Pensé que quizá, en ese taxi de Madrid, yo me había pasado de vueltas y me había ido demasiado lejos en ese extraño viaje temporal en el que andábamos sumidos.


Si hasta ese momento, Madrid -Barcelona-Andorra, habían pasado con una cierta velocidad inexplicable. A partir de ese instante las cosas se iban a multiplicar en su locura. El resumen es este: cena en Andorra- Café antes del amanecer en Barcelona y Desayuno en Málaga. Todo sin dormir. Cuando el avión va aterrizar en Málaga, despierto de esa siesta en la que he andado metido todo el vuelo desde Barcelona. Acabo de soñar con mi hija. En el sueño, mi hija viene andando y pienso: ¡Cómo pasa el tiempo! ¡ya ha aprendido a andar! El Sueño es hermoso, bastante cinematográfico. La niña corre hacia mi en una especie de cámara lenta, casi en un super Slow motion. Lanza los brazos y yo la cojo. Abro los ojos, tengo el careto pegado a la ventanilla y veo un montón de nubes y el Sol anunciando un día formidable. Aterrizamos y justo ahí. En ese momento pienso: ¿Qué carajo es esto? Es Málaga si, pero ¿Cómo es posible? Veo la hora. Esa noche ha habido cambio horario primaveral. Lo entiendo. Habíamos adelantado el reloj antes de tiempo. Antes de la hora estipulada. En Málaga nos acoplamos temporalmente. La maniobra es perfecta. Estamos en el presente: Al fin y al cabo, somos Cosmonauta.


Texto: Ignatiev.
Imágenes: Pernalonga.


LLEGADA A MÁLAGA:

 Llevados prácticamente por la inercia del cansancio, nos adentramos en lo que en ese momento yo percibía como una irrealidad casi absoluta. Habíamos pasado de anorak, los guantes, la nieve y los gorros de Manu Chao, a un agradable paseo en manga corta, una comida increíble y un gin tonic, en un lugar que acompañaba ese irrealismo temporal, mirando como el sol estrellaba sus esperanzadores rayos en el mar.



Astérix y Obélix repostando algo de poción mágica.

Naturaleza muerta.



Todo termina cuando Isi dice esa frase que tristemente tanto para él como para nosotros le ha perseguido y le perseguirá; "Chicos hay que irse" intentamos que ese buen momento dure un poco más, pero Isi dice que no podemos, que queda poco tiempo, miramos el reloj y efectivamente, hay que irse.
A pesar de no poder terminar el gin tonic y no poder seguir siendo seducido por la belleza de Málaga, noto que la prisa de Isi y las miradas entre nosotros, hacen que por fin, todo vuelva a ser real, al menos la realidad que el tiempo ha decidido marcarle a cosmonauta.

 Cronos haciendo tiempo por Málaga.


Nos vemos de nuevo envueltos en un carga y descarga por las calles de Málaga intentado vaciar cuánto antes la furgoneta, todo vuelve a ir rápido, no nos da tiempo a pensar o a apreciar con detenimiento lo que nos rodea, parece que el tiempo esta loco y necesita que cosmonauta toque cuánto antes y le ayude a serenarse, que le ayude a ser capaz de comprender por qué tiene que hacer que todo suceda una hora antes de lo que él había previsto.
Y así fue, tras otra ronda de cervezas intentamos amenizarle el rato a la gente que pasaba por allí, amenizárnoslo a nosotros mismos y al tiempo, sobre todo a él, al tiempo, pues parecía que él siempre había estado de nuestro lado.

La esperada llegada a la Costa del Sol...

En el escenario todo fluye, fluye como fluían los Beatles en la furgoneta camino de Andorra, tengo la sensación de que todo marcha bien. Miro a Nacho, a Miguel, a Luis y por último a Nico, sus sonrisas están presentes, parece que puedo notar su felicidad, su armonía, su emoción, su desgarro tocando, incluso miro a Isi, el esta pendiente de que todo marche bien, no me ve, pero esta bailando, sus zapatillas naranjas se mueven de un lado a otro y no se da cuenta. También veo a unos niños bailar y corretear de un lado a otro de la carpa, no puedo evitar sonreír, se les ve felices, por un segundo viajo a mi infancia y recuerdo cuando veías a cuatro o cinco tipos tocar, era raro, pero bailabas sin saber porque. Y entonces cada uno de ellos sin ni siquiera inmutarse me dice que todo va bien, que puedo seguir disfrutando de ese momento.

Uno de los cines del festival.


Eso hice, hasta que todo llegó a la cumbre cuándo terminamos el concierto y unos fans, para nosotros totalmente desconocidos, nos piden que les firmemos el disco, que les regalemos una púa o que nos hagamos una foto con ellos, una chica tímida no se atreve a pedirnos que la firmemos, pero su padre la ayuda a conseguirlo y se va a casa con el cd de cosmonauta en la mano, veo al niño de la portada y otra vez pienso lo orgulloso que estoy de estar ahí en ese momento. Alguno incluso nos da las gracias por el concierto, parece que de alguna manera, hemos conseguido amenizarles ese rato. Y veo como todo eso vuelve a dibujar en Miguel la esperanza y vuelve a recordarle porque esta ahí.




Otra vez tengo que salir del fantasioso momento para cargar y descargar, hacemos nuevamente esa pequeña mudanza que tanto nos gusta. Después tomamos una hamburguesa que intenta calmar el insaciable hambre del niño, no lo consigue del todo.




Y seguimos así durante un rato largo, las risas nos acompañaron ya hasta el final de la noche, todo fue genial, tomamos más cervezas, mas whiskys y mas ron con barras de canela, todo iba genial, todo era bueno, seguimos riendo...
Nacho y yo desaparecemos, habíamos dormido poco, caminamos de vuelta al hotel y llegamos sorprendentemente rápido, pues la orientación de nacho es algo que puede llegar a dejarte boquiabierto cuando menos te lo esperas. Antes de irnos a dormir hablamos un rato.
A la mañana siguiente seguimos teniendo más trajín, desayunamos algo que esta vez si calmo el hambre del niño, tomamos un café bastante malo y nos damos cuenta de que tenemos un problema, que lamentablemente, no esta isi para solucionarnos.
Después de un rato largo, por fin montamos las maletas en la furgoneta y volvemos a Madrid, todos con unas ganas infinitas de volver a casa.

Alguien sueña con serpientes.
En la carretera todos dormimos, pensamos que ya queda menos para ver a nuestra familia, para poder vaguear o tumbarnos en nuestra cama, para que todo sea mucho más monótono y tranquilo, todo eso parece estar cada vez mas cerca. Nuevamente vaciamos la furgoneta y corremos a casa, esta vez cada uno por su lado, nos envolvemos en el acelerado ritmo que marca Madrid. El autobús, el metro el coche...

Todos regresamos a casa esta vez a solas. Casi llegamos a casa, cada vez estamos mas cerca de lo que habíamos pensado en el viaje, aunque sin saber si esta vez, el tiempo jugaría de nuestro lado.


Texto: Davidenko.
Imágenes: Pernalonga.



2º ETAPA GALICIA - FORMIGAL DEL DIARIO DE MIJAIL

  

JUEVES 17 DE MARZO. 11:30 DE LA MAÑANA.



Sólo es nuestro segundo viaje, pero tengo la sensación de que ya hemos aprendido algo. Sabemos que pasar muchas horas metidos en el mismo sitio requiere de cierta organización espaciotemporal. Sabemos que la cerveza provoca demasiadas paradas en áreas de servicio. Sabemos que Robinson es buena gente, pero que no habla demasiado. Y sabemos que para que todo funcione, hay ciertas cosas que es mejor dejarse en casa.



Elijo a la Velvet para iniciar el camino, para romper el hielo y el hipnótico riff de I´m Waiting For The Man nos atrapa en seguida. “Dos días, lo grabaron en dos días” comenta Luís y todos coincidimos en que es así como se deberían hacer las cosas. Luego Femme Fatale y Run, Run, Run y en consecuencia, un videoclip por cada ventana.











Isi no para de hablar por teléfono y Robinson sigue sin hablar.
Hace mucho mejor tiempo que la última vez. En realidad hace un día perfecto. Y aunque somos conscientes de que las experiencias vividas en Barcelona serán difíciles de superar, el enorme sol que brilla fuera nos invita a pensar en nuevas victorias. Es lo bueno del sol. Aunque a veces deslumbre.
El azar ó seguramente el hambre provocan la primera parada. Y es en medio del desierto. Un desierto norteamericano en el km 235 de la A6. Colores tierras y verdes pálido fundiéndose en el horizonte con el profundo azul del cielo. Y las nubes. Excesivamente cinematográfico. Lástima que degustar uno de los peores menús que el ser humano es capaz de soportar nos haga abandonar tan rápidamente la película.
De vuelta a la carretera, Nacho juega con su iPod y con mi capacidad para emocionarme. Inspirado por el paisaje, arrancan un enorme  trozo de California y lo mete a presión en la furgoneta . Suenan Six Organs Of Admittance y en mi cabeza se hace el silencio. Es increíble el poder la música. Supongo que por eso estamos aquí.
Isi habla por teléfono. Robinson calla.
Son demasiados kilómetros y hay tiempo para todo. Bolaño, Tabucchi, Stevie Wonder, dormir, The National, Fleet Foxes, dormir.

A las 7 de la tarde,  la entrada a Pontevedra llena de recuerdos la cabeza de Nacho. El puente Rande, las isla Cíes, las mejilloneras. En casi todos los sitios hay restos de aventuras, de comidas familiares, de saltos en moto. Y de nuevo la música nos hace crecer. Y menguar.
Es fácil llegar al Cotton Club y Carlos, el dueño, nos está esperando en la puerta. Es un tipo agradable y un poco hiperactivo que no para de repetir lo mucho que disfruta con nuestro disco y lo lejos vamos a llegar. Aunque pronto descubriremos que, de momento, hoy no será el día de conseguirlo.
El Cotton es un lugar pequeño pero acogedor, con un escenario en forma de cubo que sólo nos proporciona una salida, hacia delante. Montamos el equipo de la forma más coherente que podemos y ya casi como un rito, caen las primeras cervezas.
Mientras, entrevista  con  la televisión de Galicia. Mismas preguntas, mismas respuestas.
La prueba es más sencilla de lo que esperaba, en gran parte y como siempre, gracias a Isi. Tocamos La Isla De Robinson (a petición del mismo), De Blanco e Instantes Animales. Todo listo. A cenar.
Un extraño personaje de supuesta ascendencia francesa y un paisano llamado Popi se erigen motu proprio guías de la banda  y nos conducen por las calles del centro de Pontevedra hasta un bar llamado Pitillo. Comer bien es una de las mejores cosas de estar de gira. Y de la vida. Pulpo, tortillas, calamares, cerveza, llega Robinson, más cerveza.



A las 23:30 volvemos al Cotton Club, todavía con Popi y con un estado de euforia que en algunos podría llegar a ser preocupante. Nadie en la sala. Poco esperanzador.
Nos escondemos en uno de los camerinos más extraños y decadentes que te puedas encontrar e intentamos mantener el espíritu vivo utilizando unas pelucas de carnaval que rescatamos de un viejo armario. Durante un buen rato todo son risas. Fotos y risas. En la pared hay un letrero que dice “ Pienso que una vida dedicada a la música es una vida bellamente empleada” Luciano Pavarotti y a Nico le cautiva la frase. Fotos. Y risas.









          

A las 00:30 salimos al escenario y el panorama no ha mejorado demasiado. Diez, puede que quince personas y algunas de ellas bastante perjudicadas. Tal vez San Patricio, tal vez que es jueves. El caso es que decidimos empezar y lo damos todo, en algunos momentos demasiado y eso parece incitar al gran Popi a formar parte del espectáculo en más de una ocasión. Entonces Isi amplia su campo de acción y se torna jefe de seguridad. Y la banda fuera de si. Al menos conseguimos terminar el bolo sin perder espectadores. Son las 02:00.
Lo mejor, una pareja de Vigo que confiesa haber venido exclusivamente a vernos. Impresionante. Eternamente agradecidos.
Recogemos y se separan los caminos. Nacho y yo nos retiramos al hotel. El resto se pierden.

VIERNES 18 DE MARZO. 10 DE LA MAÑANA.



Dormir poco siempre pasa factura y el viaje hacia Coruña es más bien silencioso. Ni siquiera recuerdo música. Puede que los motivos sean diferentes, pero el caso es que nadie ha podido descansar  y las caras de pocos amigos toman la furgoneta. Parece que el día está un poco gris.
A la 13:00 entramos en la ciudad. La torre de Hércules, la plaza de Lugo y un NH de ensueño, con sillones de ensueño y camas de ensueño. Algunos se tiran de cabeza. Isi habla por teléfono.
Luego, algo de promo por las radios y a buscar un buen caldo que llevarse a la boca ó mejor dicho, a las gargantas, que a estas alturas parecen estar bastante tocadas. Algo que resucite el cuerpo y la mente de este letargo matutino del que no logramos salir. En A Dorna conseguimos el caldo pero no la resurrección, así que nos acercamos al mar. Terapia de olas. Luís no puede parar de crear y realiza su foto un millón. Y todas son buenas. El resto en silencio.




















A las 17:00 ya estamos en la puerta del Fnac. Esperando. Con ganas de empezar. O de acabar.
Marcos es el técnico del fórum, un chaval encantador que enseguida conecta con el grupo y nos hace sentir muy a gusto. Es genial encontrar gente así.
Llega Robinson, descargamos, montamos y hacemos la prueba de sonido más corta hasta  la fecha. Dos temas. Que todo suene bien y que haya tan sido rápido nos anima y de momento, vuelve la calma.
Cuando empieza el concierto ya hay algunas personas esperando. Y hay niños. Los niños hacen que las canciones merezcan más la pena. Y creo que a los niños les gusta Cosmonauta.
Improvisamos el set sobre la marcha y funciona bastante bien. Nacho, por desgracia, ha perdido la voz en el camino y Luis se queda al mando de los coros, con la inestimable ayuda de la sección rítmica de la banda, que hace lo que puede y más. Sobresaliente.
Nos toca firmar algún disco y recibir alguna buena crítica y eso, cuando estás lejos de casa, motiva mucho. Además conocemos a Cosmonauta Mckinki. Un buen tipo que, debido a la conexión cósmica de nuestros nombres, nos había conocido por facebook. Grande.
Vuelven las cervezas y vuelven las risas.
Luego cargamos la furgo, nos despedimos de Marcos y decidimos celebrar el evento. Nos espera un largo viaje nocturno por delante y es mejor enfrentarse a él con el estomago lleno.




Es viernes y las calles están mucho más animadas que ayer. Y es más difícil encontrar un sitio donde meterse. Pero Isi maneja los datos (entre otras muchas cosas) y terminamos en la tasca perfecta. Increíble la cena e increíble el albariño.
Ahora si estamos preparados. Para cualquier cosa. Aunque sean 800 kilómetros.
A las 00:00 vaciamos el NH y llenamos la furgoneta. On the road again.
Todavía queda muy lejos Formigal y Eva Planas y hay que encontrar la manera de acercarlos. La primera parte del viaje se convierte en una especie de psicoanálisis grupal que saca lo mejor de cada uno. Escuchamos de boca de los otros opiniones sobre uno mismo y recordamos algunos grandes momentos de estos dos años. Hasta Isi deja de hablar por teléfono. Creo que nos vino bien. Lo disfrutamos mucho. Y David más.
Luego Kill Bill 1 y antes de que llegue el Hombre de Okinawa todos duermen. Todos menos yo que decido compartir con el gran Robinson unos kilómetros más.
Y entonces Robinson habla. Y cuenta. Y seguro habrá que hacer una Isla de Robinson II. Desde luego lo merece.

SÁBADO 19 DE MARZO.








A medida que nos acercamos a Formigal vamos escapando de nuestras contorsionadas posiciones y recuperando la horizontalidad. Poco a poco. Sin prisa. A mi me cuesta horrores.
El sol entra por las ventanas y el paisaje se vuelve espectacular. 



Isi amplia de nuevo su campo de acción y conduce un rato. Robinson feliz.
Puede parecer absurdo, pero tengo la sensación de estar cerca de casa. Supongo que porque es el último bolo y pronto estaremos de vuelta. O quizás porque Eva siempre nos hace sentir así.
Me gusta el hotel. Es tranquilo y silencioso y eso, a estas alturas, es una magnífica señal.

chicos...
...hay que irse.

Esta vez comparto habitación con Nico. Eso no asegura para nada que vaya a descansar, pero al menos sé que lo pasaré bien. Nico es un grande.
Por raro que parezca, él decide dormir y yo buscar al resto de lo banda.
Nacho ha descubierto un pequeño spa en el hotel de al lado. Todos andamos jodidos de pasta, pero es difícil negarse a un poco de paz. Jacuzzi, sauna, piscina, una combinación un tanto peligrosa dado nuestro estado, pero sumamente eficaz. De repente todo tiene más sentido. Entre burbujas se ven las cosas más claras. Hablamos y reímos. Relax absoluto. Sin duda, una gran idea.


En realidad, estamos bastante lejos de la estación y llegar hasta la carpa nos lleva un rato. Pero el paisaje sigue siendo increíble. La nieve, el lago, las casas y But Not For Me de Chet Baker sonando. Dan ganas de venirse a vivir aquí. Lo malo es el frío. Polar.
Al abrirse las puertas de la furgoneta lo primero que vemos es a Eva. Nos abraza y nos llena de luz. Como siempre.


Y como siempre, paso un buen rato sin separarme de ella. Creo que no nos separamos ninguno.
Decidimos comer. Comer bien. Buena carne y buen vino. Y algo de sopa para intentar, de nuevo, reanimar nuestras gargantas. Pero a Nacho su garganta le ha ganado la batalla. Mierda.


El escenario es mucho más grande de lo que estamos acostumbrados y hay mucha más gente alrededor. Pero tener a Isi y a Eva cerca me hace sentir seguro.
Hace muchísimo frío.
Nico decide hacer coros para intentar compensar la ausencia de Nacho. Sé que no es fácil para el, pero Nico es un grande. Mucho más de lo que él se piensa.
La actuación se retrasa un par de horas así que, aunque no queríamos, acabamos bebiendo cervezas otra vez.
Y David se enamora de una azafata. Siempre me regala buenas historias con las que hacer canciones.
Son las 19:30 y salimos a tocar. No hay casi nadie, pero salimos a tocar. Y lo hacemos bien. Todo lo bien que nos permite el cuerpo y el frío. Isi grita desde abajo “ si tenéis frío, sólo vosotros podéis entrar en calor”. Creo que quiere que baile. David me acompaña en el centro de la pista y Nico canta. Nacho me sonríe y efectivamente, el frío desaparece. Supongo que nunca sabré a ciencia cierta lo que la gente siente cuando nos ve, pero yo soy feliz aquí arriba. Con estos.
Llegan los Tiki Phantoms y los hermanos se retiran al hotel. El resto nos quedamos con Eva. Y con el frío.
Luego Dorian, Nico y su surrealismo, los abrazos con el Isi, los abrazos con Eva, una genial conversación con Luís, la furgoneta.
Ya no recuerdo más.





Texto: Mijail
Imágenes: Pernalonga