miércoles, 23 de marzo de 2011

1º ETAPA: BARNA

  


La casualidad, pero casi extrañeza, el azar y sus recovecos, juguetean desde el primer instante. A nadie le pasa por alto que el conductor de la furgoneta en la que vamos a ir a Barcelona se llama Robinson. Robinson como Crusoe, el de la isla. Si hiciéramos una encuesta entre los cinco Cosmonauta preguntando cual es la canción que más les gusta del disco, seguramente, sería “La isla de Robinson”. Y ahí va Robinson conduciendo la furgoneta, que a su modo también es una isla, dirigiendo el destino de Cosmonauta hacia Barcelona. Evidentemente todos, en algún momento, le han comentado a Robinson que el grupo tiene una canción que lleva su nombre y Robinson en mitad del viaje, cuando se improvisa un ensayo en la parte de atrás de la furgoneta, pide que Cosmonauta toque La isla de Robinson. Hay un instante, entonces, que todo tiene forma de círculo o de agujero de luz o de tablero,  porque suena “La isla de Robinson” mientras Robinson conduce esa furgoneta que parece una isla en mitad de la carretera. Un viaje de ida y vuelta en menos de dos metros cuadrados: Robinson escucha en su isla al otro Robinson desde su isla. Sólo hay agua alrededor. 



 La furgoneta, o la isla, entra en Barcelona casi a las diez de la noche. Eva nos espera y nos guía por las calles de Barcelona. De algún modo esto es una señal. Que Eva nos espere y nos guíe parece el reflejo, el símbolo,  de lo que va a ser todo el fin de semana. Eva, nuestra cicerone, nos conduce por su ciudad haciéndonos sentir tan bien, tan a gusto. En una esquina de Torrent De L´olla nos separamos unos y otros para cenar y dormir. Quedamos a las diez de la mañana para ir a Radio Gladys. 

Momento de incertidumbre captado a bordo de la Cosmoneta.






Hay, a las diez de la mañana, una sensación colectiva de cansancio. El día es gris y se anuncia intenso, pero por otro lado, a pesar del cansancio, de las ojeras y voces roncas, hay ganas de afrontar el día.  La gente de Radio Gladys nos acoge con muchísima hospitalidad. Van a grabarnos dos temas en acústico y preparan sus cámaras en la sala. Hay un instante en radio Gladys en el que hay diez personas metidas en una sala pequeña. Hay guitarras, cámaras, brazos, panderetas, piernas mezclado todo sin saberse muy bien que es una cosa y otra. Si el mástil de la guitarra es un brazo o el brazo es el ukelele. Grabamos “Negro mate” y “En este lado”. Eva confiesa que da la sensación que esa mañana las voces aún no han salido de la cama. Hay una parte coral de “En este lado” que “parece un gallinero”. Con lo que concluimos que la parte coral es, entonces, la parte corral. 

Un "barceloneandés"
 


La inconfundible elegancia de Mrs. Planas

 El día se sucede en cortos viajes en furgoneta de un lado a otro de Barcelona, en los que se aprovecha para tocar versiones diversas de los temas del disco  y canciones que aún están a medio hacer. Lo más rescatable o lo más sorprendente es la versión juguetona de “Desde las escaleras” con ukelele, casio y xilófono a tener en cuenta. Para anotar también la forma de interpretar “Ciudades invisibles”, cabalgada, como una marcha constante hacia adelante, que tan bien se une a la letra y al espíritu de la canción.




 La prueba de sonido en Sidecar es bastante rápida y potente. El sonido en el escenario es contundente. De ahí nos vamos a  Creme, nuestro primer concierto en una tienda. Es un formato que  nos parece mucho más interesante casi que los conciertos al uso. Tocar en un lugar donde la gente entra y sale parece que la da un sentido a la música en directo muy valido. Casi como sustituto de esa música de fondo que hay en toda tienda. Nos quedamos encantados con la experiencia y con ganas de repetir. La gente de Creme nos trata fenomenal y además nos regalan un par de camisetas a cada uno. Al rato estamos a punto de subir al escenario de Sidecar. La primera canción es un desastre. La intro va bien, pero en el momento en el que arranca  “La isla de Robinson” se suceden una batería de acoples que convierten la permanencia en el escenario en una especie de tortura. Buscamos la mirada de Isi que anda solucionando el asunto, inconscientemente todos recordamos a Robinson, que seguramente está, a esa hora, ya en su hotel. Como si la canción necesitara de la presencia del otro Robinson. En el hombre bala, segunda canción, todo se resuelve. Nos quedamos contentos con el concierto, salvo la primera canción, en el escenario ha sonado bien y se nos ha hecho muy corto, lo que siempre parece una buena señal. Como teloneros, damos paso a los chicos de La maravillosa cabeza parlante que son unos tipos sensacionales y que dan un concierto con un cierto toque de show circense, cabaretero y surreal. Genial.

En el corazón de la mítica sala Sidecar
Nico comparte bate y tiene butacón en vez de banqueta...



El sábado por la mañana Robinson nos lleva a Radio Arenys. Donde pasamos un rato realmente entrañable. El camino desde Barcelona sucede, todo el rato, bajo la lluvia. Llueve mucho y está todo cubierto, apenas se intuye el mar por la carretera por la que vamos. En la radio nos sentimos muy a gusto. Los chicos de Radio Arenys, Pau y Josep,  nos tratan con mucho cariño y da gusto verles trabajar con devoción. Es importante la labor de personas así, que adoran la música y se esfuerzan por sacar sus proyectos adelante con mucho mimo. No hay más que verles para saber que les gusta la música, que creen en sus proyectos y lo trasmiten. Tocamos bastante impulsados por esa percepción agradable que tenemos en ese espacio. Negro Mate y Desde el observatorio son las dos canciones que elegimos para tocar.. Luego nos graban la entrevista. En la entrevista lo pasamos realmente bien, al punto que olvidamos que estamos en una entrevista , parece que estamos de charla. Conversando sin ser grabados. Salimos con una sensación parecida a la esperanza. El trabajo de estos chicos, su forma de hacer las cosas, da esperanzas a la música como la nuestra, la posibilidad de que grupos pequeños podamos contar con un espacio importante, bien hecho, con un enorme valor.






 Al salir de la radio gran momento del viaje. Nos metemos en un restaurante a comer calçots. La comida es contundente y divertida, casi medieval, un banquete en toda regla. Vuelta a Barcelona. Fnac triangle. Montamos las cosas con cierta lentitud, afectados por la comilona de calçots. El sonido es bueno casi desde el momento que encendemos los amplificadores. Hay una reflexión de Isi totalmente valida. Cuando mejor suena es cuando salimos directamente de los amplificadores, sin microfonear.  Ese debería ser el formato de todo concierto. Esa es la esencia real de la música Pop en directo. Del amplificador al oído. En la prueba entra Robinson, casi para cerrar el círculo del viaje. Miguel le mira y le dice:”Robinson, para ti” y le tocamos “La isla de robinson”. Al terminar Robinson aplaude realmente emocionado. Es curioso,  pero los mejores conciertos no tienen, necesariamente, que suceder delante de mucha gente. A veces con un sólo tipo en el público basta.

 Lo bueno del foro del fnac es que todo aquel que va pasando y escucha entra, con lo que el concierto se convierte en un buen escaparate de nuestra música.  Terminamos en Fnac. Nos despedimos de Nacho que se vuelve a Madrid antes que los demás. Cada uno tomamos un destino, es la parte más social de todo el viaje, cada uno se dedica un poco a amistades, familia, cenas y cañas. Nos sentimos plenos, muy contentos. Es curioso, pero nos sentimos músicos. En un sentido real, honesto y muy agradable. Músicos más allá de cualquier otro concepto, unos tipos que tocan unos instrumentos, cantan y componen un determinado tipo de música. Nada más. Y eso, eso nos hace sentirnos bien. Agradablemente felices. Robinson, mientras tanto, sonríe en el hotel. En su mano está el destino de Cosmonauta.


                 COSMONAUTA

       


Una parada en el camino.

                       Imagen: L. Pernalonga.
   

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